IA en cine: cara, lenta y legalmente imposible

Lionsgate tropieza con IA: falta de datos, fallos técnicos y costes legales millonarios. El hype no compensa; la adopción será lenta y parcial.

✍🏻 Por Lucas Ferrer

septiembre 26, 2025

• Lionsgate descubre que crear películas con inteligencia artificial es mucho más complejo de lo esperado, enfrentándose a limitaciones técnicas y legales que han frenado sus ambiciosos planes.

• Después de años analizando promesas tecnológicas en Hollywood, este caso confirma mi teoría: el hype siempre supera a la realidad práctica en los primeros años de cualquier innovación.

• Los números son claros: ni siquiera los grandes estudios tienen suficientes datos para entrenar modelos efectivos, y los costes legales podrían ser astronómicos.

¿Recordáis cuando todos hablaban de que la inteligencia artificial iba a cambiar el cine para siempre? Pues bien, Lionsgate acaba de darnos una lección magistral de por qué conviene bajar un poco el hype. El estudio, que nos ha dado franquicias como Los Juegos del Hambre y John Wick, se lanzó de cabeza al mundo de la IA con Runway AI, prometiendo convertir sus películas en anime generado por ordenador.

Como analista que ha visto pasar muchas «revoluciones» tecnológicas por Hollywood, este caso me resulta fascinante. No porque la IA vaya a fracasar, sino porque ilustra perfectamente cómo las grandes promesas chocan con la realidad del negocio del entretenimiento.

El problema de los datos: cuando menos es… menos

Michael Burns, vicepresidente de Lionsgate, tuvo una idea que sobre el papel sonaba brillante: usar la biblioteca de películas del estudio para entrenar una IA capaz de generar contenido nuevo. El plan era transformar franquicias existentes en anime generado por inteligencia artificial.

Pero aquí viene el primer tropiezo. La biblioteca de Lionsgate, por muy respetable que sea, simplemente no tiene el volumen necesario para entrenar un modelo de IA robusto. Estamos hablando de cientos de películas cuando necesitarías miles de horas de contenido.

Para ponerlo en perspectiva: ni siquiera Disney, con su mastodóntica colección, tendría suficiente material para crear un modelo verdaderamente efectivo. Es como intentar enseñar a alguien a cocinar mostrándole solo diez recetas y esperando que se convierta en un chef estrella Michelin.

Los datos de inversión en IA para entretenimiento rondan los 2.600 millones de dólares en 2024, pero los resultados tangibles brillan por su ausencia. Una cifra que me recuerda a las primeras inversiones en 3D: mucho dinero, pocas películas realmente exitosas.

La tecnología aún cojea

La tecnología actual de generación de vídeo por IA sigue siendo, siendo generosos, irregular. Herramientas como Veo de Google o Sora de OpenAI han generado mucho revuelo mediático, pero cuando las pones a prueba en el mundo real, los resultados siguen siendo visiblemente artificiales.

Los vídeos generados por IA todavía tienen ese aire extraño, esos pequeños fallos que delatan inmediatamente su origen artificial. Movimientos poco naturales, inconsistencias en la iluminación, personajes que parecen salidos del valle inquietante.

Es fascinante ver cómo la industria se está dando cuenta de que generar contenido audiovisual convincente es infinitamente más complejo que crear texto o imágenes estáticas. El cine requiere coherencia narrativa, continuidad visual y una calidad técnica que la IA actual simplemente no puede garantizar.

Pero si los problemas técnicos ya eran complicados, esperad a ver el lío legal que se avecina. Burns lo expresó con una claridad brutal: «Tendría que pagar a los actores y otros participantes con derechos para venderlo».

Cada película es un entramado complejo de derechos: actores, directores, guionistas, compositores, técnicos… Todos tienen contratos que especifican cómo y cuándo cobran por el uso de su trabajo.

Si generas una nueva versión de John Wick usando IA entrenada con las películas originales, ¿Keanu Reeves tiene derecho a cobrar? ¿Y el director? Es un laberinto legal que podría costar millones en litigios antes de generar un solo euro de beneficio.

En mis años analizando la industria, he visto cómo los conflictos de derechos pueden hundir proyectos multimillonarios. La IA añade una capa de complejidad que podría hacer que algunos proyectos sean económicamente inviables antes de empezar.

Lionsgate no se rinde (todavía)

A pesar de todos estos obstáculos, Lionsgate no ha tirado la toalla. Peter Wilkes, director de comunicaciones del estudio, mantiene el discurso oficial: «Vemos la IA como una herramienta importante para servir a nuestros cineastas».

El estudio sigue experimentando, incluso creando tráilers generados por IA para películas que aún no se han producido. Es una estrategia inteligente: usar la IA como herramienta de preproducción y marketing en lugar de como reemplazo directo del proceso creativo tradicional.

Esta aproximación me recuerda a cómo los estudios adoptaron gradualmente los efectos digitales en los 90. Primero como complemento, luego como herramienta integral.

Los números no mienten

Desde mi perspectiva como analista, este caso es revelador. Las inversiones en IA para entretenimiento crecen un 40% anual, pero los proyectos completados exitosamente representan menos del 5% del total.

Comparemos: el presupuesto medio de una película de Lionsgate ronda los 50 millones de dólares. Desarrollar y entrenar un modelo de IA específico podría costar entre 10-20 millones adicionales, sin garantías de éxito.

Es la misma historia que viví analizando el boom del 3D: mucha inversión inicial, resultados mixtos, y finalmente una adopción más gradual y selectiva de lo prometido.

El futuro (realista) de la IA en el cine

¿Significa esto que la IA no tiene futuro en el cine? Para nada. Pero sí significa que ese futuro será más gradual y menos revolucionario de lo que nos vendían.

La IA será una herramienta más en el arsenal creativo, no el reemplazo total que algunos pregonaban. Pensad en los efectos especiales: evolucionaron durante décadas hasta convertirse en parte integral del proceso cinematográfico.

Basándome en patrones históricos de adopción tecnológica en Hollywood, calculo que veremos implementaciones realmente efectivas de IA en producción mainstream dentro de 5-7 años, no en los 2-3 que prometían los más optimistas.


La aventura de Lionsgate con la IA nos enseña una lección valiosa sobre la diferencia entre las promesas tecnológicas y la realidad del mercado. Como analista que ha visto muchas «revoluciones» ir y venir, este caso me resulta especialmente instructivo.

Los datos son claros: la tecnología aún no está lista, los marcos legales son un caos y los costes siguen siendo prohibitivos. Pero eso no significa que debamos descartar la IA por completo.

Al final, si algo he aprendido analizando taquillas durante años, es que en el cine, como en los datos, la paciencia y la precisión siempre vencen a la prisa y el bombo publicitario. Los números nunca mienten, y ahora mismo nos dicen que la revolución de la IA en el cine tendrá que esperar un poco más.


Apasionado por los números que cuentan historias, llevo más de 12 años desentrañando qué hay detrás del éxito (o fracaso) en taquilla. Para mí, cada cifra es un reflejo del público y la industria, y me encanta traducir esos datos en análisis claros y sorprendentes.

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