El SECRETO oculto en Prometheus que conecta Alien y Blade Runner

Un detalle en los extras de Prometheus conecta a Peter Weyland y Eldon Tyrell, revelando cómo Alien y Blade Runner comparten una mitología inquietante y profunda.

✍🏻 Por Tomas Velarde

septiembre 25, 2025

• Un huevo de pascua en los extras de Prometheus revela una conexión oculta entre Peter Weyland y Eldon Tyrell, vinculando los universos de Alien y Blade Runner.

• Esta revelación demuestra la maestría de Scott para construir mitologías cinematográficas coherentes sin recurrir al fan service comercial más burdo.

• El detalle narrativo funciona como reflexión sobre la megalomanía tecnológica que caracteriza a los grandes villanos del cine de ciencia ficción.

En el vasto panorama del cine de ciencia ficción, pocas cosas resultan tan fascinantes como descubrir los hilos invisibles que conectan universos narrativos aparentemente independientes. Ridley Scott, ese maestro de la puesta en escena que nos regaló tanto la claustrofóbica pesadilla de Alien como la melancólica distopía de Blade Runner, ha sembrado durante décadas pistas que sugieren vínculos más profundos entre sus creaciones.

Como espectador que ha diseccionado cada plano de estas obras maestras, debo confesar que estos guiños me producen la misma satisfacción que encontrar una referencia oculta en los films de Hitchcock.

La reciente revelación de un detalle narrativo enterrado en los extras de Prometheus no sólo confirma sospechas largamente acariciadas por los cinéfilos más observadores, sino que añade una dimensión inquietante a la mitología scottiana.

La Revelación Oculta en los Archivos de Weyland

Entre los materiales adicionales del lanzamiento en Blu-ray de Prometheus, los espectadores más meticulosos han descubierto una cadena de texto que revela un encuentro fascinante entre dos de los magnates más siniestros del cine de ciencia ficción.

Peter Weyland, el patriarca megalómano de la corporación que da nombre a la saga Alien, rememora una conversación con Eldon Tyrell, el creador de replicantes de Blade Runner. En este intercambio epistolar, Weyland describe con desdén cómo Tyrell le propuso unir fuerzas para «conquistar el mundo y convertirnos en los nuevos dioses».

La frialdad con la que Weyland relata este encuentro resulta reveladora, especialmente cuando se refiere a Tyrell como su «mentor y competidor ya desaparecido». Esta conexión trasciende el simple guiño nostálgico para convertirse en una reflexión sobre el poder y la ambición desmedida.

Dos Titanes de la Ambición Desmedida

La genialidad de esta revelación reside en cómo ilumina las personalidades de ambos personajes sin necesidad de exposition grandilocuente. Tanto Weyland como Tyrell encarnan esa figura del industrial visionario corrompido por su propia grandeza, un arquetipo que el cine ha explorado desde Metrópolis de Fritz Lang.

El rechazo de Weyland a la propuesta de Tyrell no surge de principios éticos, sino de un ego que no tolera compartir el poder. Esta dinámica me recuerda inevitablemente a los enfrentamientos entre magnates en los films noir de los años cuarenta, donde la ambición personal siempre prevalecía sobre cualquier consideración moral.

La referencia de Weyland al destino de Tyrell —»literalmente le explotó en la cara al viejo»— alude directamente a la muerte del creador de replicantes a manos de Roy Batty en Blade Runner. Esta conexión temporal sitúa ambas narrativas en un continuum histórico coherente.

Las Implicaciones de una Alianza Imposible

La especulación sobre qué habría ocurrido si ambos visionarios hubieran unido fuerzas resulta tan fascinante como aterradora. La combinación de la biotecnología de Tyrell con los recursos interplanetarios de Weyland habría creado un imperio corporativo sin precedentes en la ficción cinematográfica.

Esta alianza hipotética habría resultado en una distopía aún más opresiva que las presentadas individualmente en ambas franquicias. Los replicantes de Tyrell, financiados y distribuidos por la red galáctica de Weyland, habrían representado una amenaza existencial para la humanidad a escala cósmica.

El detalle narrativo funciona también como comentario sobre la naturaleza autodestructiva de la megalomanía. Ambos personajes, incapaces de compartir su visión de grandeza, terminaron siendo víctimas de sus propias creaciones.

El Arte de la Construcción de Mundos

Como estudioso del lenguaje cinematográfico, debo reconocer la elegancia con la que Scott ha manejado esta conexión. En lugar de recurrir a referencias obvias o cameos forzados, ha optado por la sutileza de un detalle documental que enriquece ambos universos sin comprometer su integridad narrativa.

Esta aproximación me recuerda a los métodos de Kubrick, quien solía sembrar pistas visuales y narrativas que sólo se revelaban tras múltiples visionados. La diferencia radica en que Scott ha extendido esta técnica a través de múltiples obras, creando una mitología interconectada que recompensa la atención del espectador dedicado.

La revelación también demuestra cómo los formatos domésticos pueden servir para expandir narrativas cinematográficas de manera orgánica, sin recurrir a las estrategias comerciales más burdas del cine contemporáneo.

Esta conexión entre Prometheus y Blade Runner representa mucho más que un simple guiño para aficionados. Es un recordatorio de que el mejor cine de ciencia ficción funciona como espejo de nuestras propias obsesiones tecnológicas y ambiciones desmedidas.

Scott ha creado, casi sin que nos diésemos cuenta, una reflexión coherente sobre los peligros de jugar a ser dioses en un universo que no perdona la arrogancia humana. La maestría de esta revelación reside en su capacidad para enriquecer retrospectivamente ambas obras sin alterar su esencia individual.

Como las mejores sorpresas cinematográficas, este descubrimiento nos invita a revisitar films que creíamos conocer completamente, encontrando nuevas capas de significado en cada visionado.


Cinéfilo empedernido, coleccionista de vinilos de bandas sonoras y defensor de la sala de cine como templo cultural. Llevo más de una década escribiendo sobre cine clásico, directores de culto y el arte de la narrativa visual. Creo que no hay nada como un plano secuencia bien ejecutado y que el cine perdió algo cuando dejó de oler a celuloide.

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