• Dwayne Johnson podría lograr su primera nominación al Oscar interpretando al luchador Mark Kerr en «The Smashing Machine», una transformación que recuerda a las grandes metamorfosis del cine clásico.
• La película trasciende el biopic deportivo convencional para convertirse en un estudio profundo del alma humana, dirigida con la precisión de Benny Safdie y el respaldo artístico de A24.
• Esta obra representa un recordatorio de que el verdadero cine surge cuando los intérpretes se atreven a explorar territorios desconocidos, alejándose de las fórmulas comerciales predecibles.
En una época donde el espectáculo ha desterrado la interpretación genuina, «The Smashing Machine» emerge como esa clase de película que nos devuelve la fe en el séptimo arte. La noticia de una posible nominación al Oscar para Dwayne Johnson no debería sorprendernos tanto como lo hace.
La historia del cine está repleta de actores que han sabido reinventarse cuando encontraron el material adecuado. Recordemos a Cher transformándose en «Silkwood» bajo la batuta de Mike Nichols, o la metamorfosis de Mickey Rourke en «The Wrestler» de Aronofsky.
La alquimia de la transformación
La interpretación de Johnson como Mark Kerr representa, según los ecos llegados desde Venecia, una transformación que trasciende lo físico. El trabajo de caracterización de Kazu Hiro —cuyo talento conocemos por «Darkest Hour»— resulta notable, pero lo verdaderamente significativo reside en la profundidad emocional que Johnson imprime a su personaje.
La comparación con «The Wrestler» no es casual. Ambas películas comparten esa mirada despiadada hacia el mundo del espectáculo físico, esa capacidad para desentrañar la humanidad tras la máscara del entretenimiento. Aronofsky supo capturar la decadencia y redención de Randy «The Ram» Robinson con precisión quirúrgica.
Benny Safdie, galardonado con el León de Plata, parece haber encontrado en Johnson al intérprete perfecto para explorar las contradicciones de Mark Kerr. El director aporta esa mirada nerviosa y penetrante que caracteriza su filmografía junto a su hermano Josh en «Good Time» o «Uncut Gems».
El contexto de una evolución artística
Esta transformación no constituye un fenómeno aislado. La trayectoria hacia el reconocimiento académico desde territorios inesperados tiene precedentes ilustres. Mo’Nique en «Precious» o Jonah Hill en «Moneyball» demuestran que el talento genuino puede emerger desde los contextos más improbables.
La participación de Emily Blunt añade credibilidad al proyecto. Blunt aporta esa solidez interpretativa que caracteriza a las producciones con aspiraciones serias, recordándonos su versatilidad desde «The Devil Wears Prada» hasta «Sicario».
A24 vuelve a demostrar su olfato para identificar proyectos que combinan calidad artística con potencial comercial. Desde «Moonlight» hasta «Everything Everywhere All at Once», la compañía se ha posicionado como sinónimo de cine independiente de calidad.
La puesta en escena de la intimidad
«The Smashing Machine» aspira a convertirse en contendiente serio no solo en categorías interpretativas, sino también en apartados técnicos. La fotografía y dirección apuntan hacia una película concebida desde la excelencia artística.
El filme trasciende el simple biopic deportivo para convertirse en un estudio del alma humana. Esta aproximación recuerda a los grandes retratos psicológicos del cine clásico, donde la cámara se convertía en confesionario.
El estreno del 3 de octubre sitúa la película en posición estratégica dentro del calendario de premios. Esta fecha permite mantener la frescura en la memoria de los votantes mientras genera el momentum necesario para una campaña exitosa.
El arte de la sorpresa cinematográfica
La transformación de Johnson simboliza la capacidad del cine para desafiar expectativas. En una época donde la previsibilidad se ha adueñado de gran parte de la producción, «The Smashing Machine» se erige como recordatorio de que el verdadero arte surge cuando los creadores exploran territorios inexplorados.
Si Johnson logra esa nominación al Oscar, no será solo por una interpretación destacada, sino por haber demostrado que el cine sigue siendo el medio donde las transformaciones más auténticas pueden tener lugar.
La película representa potencialmente no solo un hito en la carrera de su protagonista, sino una lección sobre la naturaleza cambiante del arte cinematográfico. En definitiva, nos recuerda que el gran cine siempre encuentra la manera de sorprendernos, incluso cuando creemos haber visto todo.