Drew Barrymore quiere DESTRUIR una obra maestra… y Hollywood la apoya

Drew Barrymore propone un remake de «La muerte os sienta tan bien». ¿Es renovación o sacrilegio? El artículo analiza los riesgos de tocar este clásico.

✍🏻 Por Tomas Velarde

septiembre 4, 2025

• Drew Barrymore propone un remake de «La muerte os sienta tan bien» con Adam Sandler y Jennifer Aniston, una idea que despierta inquietud entre los amantes del cine clásico.

• Esta propuesta ejemplifica la tendencia destructiva de Hollywood a explotar nostálgicamente obras maestras que no requieren revisitación alguna.

• El filme original de Zemeckis representa todo lo que el cine puede ser cuando la técnica se subordina a una visión artística coherente y personal.

En los salones dorados de la vieja Hollywood existía una máxima no escrita: ciertos filmes nacen para la eternidad, y tocarlos equivale a profanar un altar sagrado. Robert Zemeckis lo sabía cuando en 1992 nos regaló «La muerte os sienta tan bien», una sátira mordaz sobre la vanidad que trascendía su premisa fantástica para convertirse en espejo despiadado de nuestra sociedad.

La película, protagonizada por una Meryl Streep en estado de gracia, una Goldie Hawn magnética y un Bruce Willis en uno de sus registros más sólidos, representaba todo lo que el cine puede ser cuando la técnica se pone al servicio de una visión autoral coherente.

Hoy, Drew Barrymore ha lanzado una propuesta que no puede sino generar inquietud: rehacer esta joya con Adam Sandler y Jennifer Aniston. La sugerencia nos obliga a reflexionar sobre los límites de la nostalgia comercial y el respeto debido a las obras maestras del pasado.

El peso de un legado intocable

«La muerte os sienta tan bien» no fue simplemente una comedia fantástica más. Zemeckis construyó una fábula sobre la inmortalidad que funcionaba simultáneamente como thriller, comedia negra y reflexión existencial.

La puesta en escena de cada secuencia respiraba precisión milimétrica. Recordemos esa escalera interminable por la que rueda Goldie Hawn, o el plano cenital que revela el cuello quebrado de Streep: cada encuadre servía a la narración sin exhibicionismo gratuito.

Los efectos especiales, revolucionarios para su época, jamás eclipsaban la sustancia dramática. Eran herramientas al servicio de la historia, no el espectáculo en sí mismo. Una lección que el cine contemporáneo parece haber olvidado por completo.

La propuesta: ¿renovación o sacrilegio?

Durante su programa, Barrymore confesó apostar por este remake. La declaración revela una comprensión superficial de lo que significaría trasladar semejante obra al presente.

No se trata de menospreciar el talento de los actores propuestos. Barrymore demostró capacidad para material complejo, y tanto Sandler como Aniston han mostrado destellos interpretativos cuando el material lo merece.

El problema radica en la naturaleza misma del proyecto. ¿Qué puede aportar un remake a una película que ya dijo todo lo que tenía que decir? ¿Acaso la sátira sobre la obsesión por la juventud ha perdido vigencia?

Cuando la nostalgia devora al arte

Esta propuesta se inscribe en una tendencia preocupante de la industria contemporánea. Hollywood, aterrorizado ante la incertidumbre comercial, se refugia en la explotación sistemática de títulos reconocibles.

Hemos asistido a remakes innecesarios de «Psicosis», «El planeta de los simios» o «Ben-Hur», proyectos que evidenciaron la imposibilidad de mejorar obras ya perfectas. La pregunta surge inevitable: ¿realmente necesitamos otro ejemplo de esta dinámica destructiva?

El cine de Zemeckis, como el de Hitchcock o Wilder en sus mejores momentos, pertenece a una época donde la técnica se subordinaba a la visión artística. Pretender replicar esa alquimia con las herramientas del entretenimiento masivo actual parece, cuando menos, ingenuo.

Recuerdo vívidamente mi primera visión de la película en los noventa. La maestría con que Zemeckis equilibraba comedia y horror, la precisión de cada transición, la inteligencia de un guión que funcionaba en múltiples niveles. Era cine con mayúsculas, de esos que te recuerdan por qué dedicaste tu vida a estudiar este arte.

El respeto al patrimonio cinematográfico

Como espectador que ha dedicado décadas al estudio del séptimo arte, no puedo sino sentir melancolía ante propuestas como esta. «La muerte os sienta tan bien» funciona precisamente porque captura el espíritu de su época: los noventa, con su mezcla de cinismo y optimismo tecnológico.

Un remake contemporáneo estaría condenado a ser una sombra pálida del original. No porque sus intérpretes carezcan de talento, sino porque el contexto cultural y cinematográfico ha cambiado radicalmente.

La propuesta de Barrymore nos recuerda la fragilidad del patrimonio cinematográfico en una industria obsesionada con la rentabilidad inmediata. «La muerte os sienta tan bien» permanece accesible para nuevas generaciones que pueden descubrir su brillantez sin necesidad de intermediarios.

Quizás la verdadera lección sea esta: algunos filmes, como los grandes vinos, mejoran con el tiempo precisamente porque nadie se atreve a adulterar su fórmula original. En una época de remakes compulsivos, el mayor acto de respeto hacia una obra maestra es, paradójicamente, dejarla en paz.


Cinéfilo empedernido, coleccionista de vinilos de bandas sonoras y defensor de la sala de cine como templo cultural. Llevo más de una década escribiendo sobre cine clásico, directores de culto y el arte de la narrativa visual. Creo que no hay nada como un plano secuencia bien ejecutado y que el cine perdió algo cuando dejó de oler a celuloide.

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