Disney CONFIESA: Zootopia 2 copia escenas de «El Resplandor» (y funciona)

Zootopia 2 integra homenajes a El Resplandor y El silencio de los corderos con precisión y respeto al lenguaje cinematográfico, elevando la animación sin perder su esencia.

✍🏻 Por Tomas Velarde

noviembre 30, 2025

• Los directores de Zootopia 2 han incorporado deliberadamente homenajes visuales a obras maestras del terror como «El resplandor» de Kubrick y «El silencio de los corderos».

• La meticulosa atención al detalle en estas referencias demuestra que el cine de animación puede alcanzar la misma sofisticación narrativa que el cine de autor clásico.

• Resulta fascinante observar cómo los cineastas contemporáneos siguen bebiendo de las fuentes del gran cine para enriquecer sus propias obras.

En una época donde el cine parece haber perdido el respeto por sus propias raíces, resulta reconfortante descubrir que aún existen realizadores capaces de rendir homenaje a los maestros del séptimo arte. La noticia de que los directores de Zootopia 2 han incorporado referencias deliberadas a Stanley Kubrick y Jonathan Demme no es meramente anecdótica.

Es una declaración de principios sobre lo que significa entender el cine como lenguaje universal. Cuando Jared Bush y Byron Howard deciden incluir ecos de «El resplandor» en una película de animación familiar, no están simplemente añadiendo guiños para adultos.

Están reconociendo que las grandes obras cinematográficas trascienden géneros y audiencias. La verdadera maestría reside en saber cuándo y cómo invocar esas referencias sin traicionar la esencia de la propia obra.

Bush y Howard han demostrado con Zootopia 2 que el cine de animación contemporáneo puede aspirar a la misma sofisticación visual y narrativa que caracterizó a los grandes maestros del pasado. Su decisión de incorporar referencias a «El resplandor» de Stanley Kubrick y «El silencio de los corderos» de Jonathan Demme no es casual.

Es el resultado de una comprensión profunda del lenguaje cinematográfico. La secuencia del laberinto, protagonizada por el personaje Pawbert con la voz de Andy Samberg, constituye un ejercicio de virtuosismo técnico que habría hecho sonreír al propio Kubrick.

Los directores han sabido capturar la esencia inquietante del laberinto del Hotel Overlook, pero adaptándola a su propio universo narrativo. La imagen de Pawbert cojeando por el laberinto evoca inevitablemente la figura perturbadora de Jack Torrance, aunque despojada de su carga más siniestra.

Resulta especialmente revelador el comentario de Bush sobre la destrucción del laberinto mediante una máquina quitanieves gigante. «En lugar de que Nick y Judy corran por él, lo que va a pasar es que vamos a coger una quitanieves gigante y destrozarlo por completo», explica el director.

Esta decisión no es meramente espectacular. Es una declaración sobre cómo el cine contemporáneo puede reinterpretar los códigos clásicos sin limitarse a copiarlos.

La pasión del animador de Disney Louaye Moulayess por animar específicamente la secuencia de «El resplandor» habla de algo más profundo que el mero profesionalismo. Cuando un artista lucha por trabajar en una referencia cinematográfica específica, está reconociendo la importancia de mantener viva la tradición visual del gran cine.

Es el mismo impulso que llevó a los grandes directores del Nuevo Hollywood a estudiar obsesivamente a Ford, Hawks y Hitchcock. La referencia a «El silencio de los corderos» resulta igualmente fascinante, aunque los directores hayan optado por la prudencia al reducir considerablemente la duración de la escena carcelaria con Bellwether.

La decisión de recortar una secuencia de cuatro minutos que recreaba directamente el encuentro entre Hannibal Lecter y Clarice Starling demuestra una madurez narrativa encomiable. Como señala Byron Howard, el objetivo no es que el público infantil comprenda la referencia, sino que perciba la amenaza del personaje.

«Pensarán: ‘Ese tipo está loco, es el malo, y quiero que nuestros héroes le atrapen, y eso es todo lo que necesitas'», explica el director. Esta aproximación revela una comprensión sofisticada de cómo funcionan las referencias cinematográficas.

No se trata de crear un catálogo de guiños para cinéfilos, sino de utilizar el poder evocador de las imágenes para construir atmósferas y emociones. Es la misma técnica que empleaba Hitchcock cuando tomaba prestados elementos de otros directores para enriquecer su propio lenguaje visual.

La meticulosidad con la que el equipo de animación ha trabajado estos homenajes recuerda a la obsesión por el detalle que caracterizaba a los grandes estudios de la época dorada de Hollywood. Cada encuadre, cada movimiento de cámara, cada gesto del personaje ha sido pensado para evocar las obras originales sin traicionarlas.

El hecho de que Nick Wilde y Judy Hopps investiguen a una misteriosa víbora en esta secuela proporciona el contexto perfecto para estas referencias al thriller psicológico. Los directores han sabido aprovechar las posibilidades narrativas de su premisa para explorar territorios visuales más oscuros, siempre dentro de los límites apropiados para su audiencia.

La decisión de incluir estas referencias en una película de animación familiar demuestra que el respeto por la tradición cinematográfica no está reñido con la innovación. Al contrario, es precisamente ese conocimiento profundo del lenguaje fílmico lo que permite a los realizadores contemporáneos crear obras que dialogan con el pasado mientras construyen su propio futuro.

Bush y Howard han logrado algo que parecía imposible en el panorama actual: crear una obra comercial que no renuncia a la sofisticación visual ni al respeto por la tradición cinematográfica. Su trabajo en Zootopia 2 demuestra que aún es posible hacer cine inteligente sin sacrificar el entretenimiento.

Las grandes obras del pasado siguen siendo una fuente inagotable de inspiración para quienes saben mirar. Cuando contemplo iniciativas como la de Bush y Howard, no puedo evitar sentir una mezcla de esperanza y nostalgia.

Esperanza porque demuestra que aún existen cineastas capaces de entender el cine como un arte acumulativo, donde cada nueva obra se construye sobre los cimientos de las anteriores. Nostalgia porque me recuerda a una época en la que estas referencias no eran excepcionales, sino la norma entre los grandes directores.

En un panorama cinematográfico dominado por la inmediatez y el espectáculo vacío, Zootopia 2 se erige como un recordatorio de que la verdadera maestría reside en la capacidad de honrar el pasado mientras se construye el futuro. Kubrick y Demme pueden descansar tranquilos: su legado sigue vivo en manos de quienes comprenden que el cine, ante todo, es memoria y tradición.


Cinéfilo empedernido, coleccionista de vinilos de bandas sonoras y defensor de la sala de cine como templo cultural. Llevo más de una década escribiendo sobre cine clásico, directores de culto y el arte de la narrativa visual. Creo que no hay nada como un plano secuencia bien ejecutado y que el cine perdió algo cuando dejó de oler a celuloide.

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