Cómo Black Phone 3 podría revolucionar el terror con… ¿terapia?

Black Phone 2 triunfa y abre paso a una secuela centrada en terapia, trauma y esperanza. El miedo como herramienta para sanar, con el Grabber como fantasma interior.

✍🏻 Por Alex Reyna

noviembre 18, 2025

Black Phone 2 ha recaudado 123 millones de dólares con un presupuesto de apenas 30 millones, abriendo la puerta a una tercera entrega que podría explorar las secuelas psicológicas del trauma.

• Mason Thames propone que Black Phone 3 se centre en la terapia como herramienta narrativa, una evolución que recuerda a cómo Her o Arrival usan géneros fantásticos para explorar la condición humana más vulnerable.

• La franquicia plantea una reflexión fascinante sobre cómo procesamos el trauma colectivo, convirtiendo el horror en una metáfora de la sanación psicológica contemporánea.

Hay algo profundamente inquietante en la idea de que el horror pueda convertirse en terapia. No hablo de la catarsis aristotélica, sino de algo más visceral: la necesidad de enfrentarse a los fantasmas que habitan en los rincones más oscuros de nuestra psique.

The Black Phone siempre ha sido más que una película de terror; es un espejo que refleja cómo los traumas se transmiten, se perpetúan y, quizás, se pueden sanar. Como esas obras que te obligan a pausar la pantalla para procesar lo que acabas de ver.

Cuando Mason Thames sugiere que Finney necesita «terapia profunda» para una hipotética tercera entrega, no está simplemente proponiendo una secuela. Está planteando una pregunta que resuena en nuestra época: ¿qué hacemos con el dolor una vez que hemos sobrevivido?

En un mundo donde la salud mental ha dejado de ser tabú, la idea de convertir la terapia en el núcleo narrativo de una película de terror resulta casi revolucionaria.

El éxito que abre puertas

Los números hablan por sí solos. Black Phone 2 ha conseguido transformar 30 millones de dólares en 123 millones, una alquimia que en Hollywood se traduce directamente en luz verde para futuras entregas.

Pero más allá del éxito comercial, hay algo más interesante en juego.

Scott Derrickson y C. Robert Cargill, los arquitectos originales de esta pesadilla, no están dispuestos a crear una secuela por el mero hecho de hacerla. Buscan un concepto que supere lo anterior, una idea que justifique regresar a ese universo donde los teléfonos negros conectan con los muertos.

Es una postura que recuerda a la filosofía detrás de Blade Runner 2049: no basta con repetir la fórmula. Hay que encontrar algo nuevo que decir, una razón de ser que trascienda el beneficio económico.

La terapia como territorio inexplorado

La propuesta de Thames es fascinante porque sugiere un cambio de paradigma. En lugar de escalar la violencia o multiplicar las amenazas sobrenaturales, propone bucear en las consecuencias psicológicas.

«Finn necesita terapia profunda, y muchos abrazos», dice con una simplicidad que esconde una complejidad narrativa enorme.

Imagínate por un momento: una película de terror donde el verdadero campo de batalla no es una casa encantada o un sótano claustrofóbico, sino la mente de un adolescente intentando procesar traumas que desafían toda lógica.

Es un territorio prácticamente inexplorado en el género. La idea conecta con algo que hemos visto en obras como Her o Arrival: usar géneros fantásticos como vehículos para explorar la condición humana en su estado más vulnerable.

No se trata de asustar por asustar, sino de usar el miedo como herramienta para examinar cómo sanamos.

El regreso del Grabber

Ethan Hawke ha expresado su interés en regresar como el Grabber, a pesar de que el espíritu de su personaje fue derrotado en la segunda película. Esta aparente contradicción abre posibilidades narrativas intrigantes.

¿Qué significa enfrentarse a un trauma que creías superado? ¿Cómo se manifiestan los demonios internos cuando pensábamos que habían sido exorcizados?

El Grabber podría convertirse en algo más que un antagonista: una representación física de los miedos que persisten incluso después de la terapia.

Joe Hill, el autor de la historia original, se muestra abierto a futuras secuelas. Su bendición no es menor; al fin y al cabo, estamos hablando del hijo de Stephen King, alguien que entiende profundamente cómo el horror puede ser un espejo de nuestras ansiedades más profundas.

Más allá del género

Lo que hace especial esta propuesta es cómo trasciende las limitaciones del género. Black Phone 3 podría convertirse en algo híbrido: parte película de terror, parte drama psicológico, parte reflexión sobre la salud mental en la adolescencia.

Es una evolución natural para una franquicia que siempre ha tenido algo que decir sobre la infancia perdida y la necesidad de encontrar fuerza en los momentos más oscuros.

Derrickson y Cargill han demostrado que entienden que el mejor horror surge de verdades emocionales, no de sustos baratos.

La ausencia de confirmación oficial no debería desanimarnos. En Hollywood, cuando los números funcionan y los creativos están interesados, las cosas tienden a materializarse.

La pregunta no es si habrá una tercera película, sino cuándo y cómo abordará estos temas tan complejos.

Hay algo hermoso en la idea de que una franquicia de terror evolucione hacia la sanación. No es que Black Phone 3 vaya a abandonar sus raíces oscuras, sino que podría usar esa oscuridad para iluminar algo más profundo sobre la experiencia humana.

En una época donde las conversaciones sobre salud mental han salido del armario, una película que explore la terapia como acto de valentía resulta casi necesaria.

Al final, quizás esa sea la verdadera magia de The Black Phone: su capacidad para transformar el horror en esperanza, el trauma en crecimiento, el miedo en comprensión.

Si Thames, Derrickson y compañía logran materializar esta visión, no estaremos ante una simple secuela, sino ante una obra que podría redefinir lo que el cine de género puede conseguir cuando se atreve a mirar más allá de sus propias convenciones.


Sobre Alex Reyna

Mi primer recuerdo de infancia es ver El Imperio Contraataca en VHS. Desde entonces, la ciencia ficción ha sido mi lenguaje. He montado Legos, he visto Interstellar más veces de las que debería, y siempre estoy buscando la próxima historia que me vuele la cabeza. Star Wars, Star Trek, Dune, Nolan… si tiene naves o viajes temporales, cuenta conmigo.

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