Arnold Schwarzenegger DESTROZA el remake de Desafío Total: «Fue totalmente estúpido»

Arnold critica el remake de 2012 como vacío y “estúpido”, defiende la complejidad del original de Verhoeven y distingue remakes válidos como The Running Man de Edgar Wright.

✍🏻 Por Tomas Velarde

noviembre 22, 2025

• Arnold Schwarzenegger ha expresado su profundo descontento con el remake de Desafío Total de 2012, calificándolo de «estúpido» y defendiendo la perfección del original de Verhoeven.

• El actor austriaco demuestra una comprensión madura del oficio cinematográfico al distinguir entre remakes innecesarios y aquellos que pueden aportar valor, como el próximo The Running Man de Edgar Wright.

• La postura de Schwarzenegger refleja el eterno debate sobre la sacralidad de los clásicos frente a la inevitable tendencia de Hollywood a revisitar sus éxitos del pasado.

En una industria obsesionada con exhumar sus propios cadáveres, pocas voces resultan tan reveladoras como la de quienes protagonizaron las obras originales. Cuando Arnold Schwarzenegger habla de remakes, no lo hace desde la nostalgia ciega, sino desde la experiencia de quien conoce íntimamente el proceso creativo.

Sus recientes declaraciones sobre el remake de Desafío Total no son meras quejas de una estrella veterana, sino una reflexión profunda sobre qué merece ser preservado y qué puede beneficiarse de una nueva mirada. En un momento en que Hollywood parece haber perdido la brújula creativa, las palabras del actor austriaco adquieren un peso particular.

La defensa de lo intocable

Schwarzenegger no ha dudado en expresar su descontento con el remake de Desafío Total de 2012, protagonizado por Colin Farrell. Sus palabras son contundentes: «¿Por qué rehacer Desafío Total? Me molestó. Eso es estúpido de hacer».

La franqueza del actor revela algo más profundo que el simple disgusto personal.

El original de Paul Verhoeven, estrenado en 1990, representa todo lo que el cine de ciencia ficción puede aspirar a ser cuando se ejecuta con maestría. La película no era simplemente un vehículo para la acción desenfrenada, sino una reflexión compleja sobre la identidad, la memoria y la naturaleza de la realidad.

Verhoeven logró equilibrar la violencia espectacular con una narrativa que cuestionaba constantemente las percepciones del espectador. Cada secuencia —desde el plano subjetivo de la extracción del chip nasal hasta la ambigua secuencia final en Marte— estaba impregnada de una ironía mordaz que elevaba el material por encima del simple entretenimiento.

El remake de 2012, dirigido por Len Wiseman, despojó al material de toda su complejidad filosófica. Donde Verhoeven había construido un laberinto de dudas existenciales, Wiseman ofreció únicamente pirotecnia digital vacía de contenido.

La sabiduría de la experiencia

Lo fascinante de la postura de Schwarzenegger es su capacidad para distinguir entre proyectos. Mientras condena categóricamente el remake de Desafío Total, muestra una actitud completamente diferente hacia la próxima versión de The Running Man, que dirigirá Edgar Wright con Glen Powell como protagonista.

Esta distinción no es arbitraria. The Running Man original, aunque entretenida, sufría las limitaciones presupuestarias típicas de su época. La premisa de Stephen King ofrecía posibilidades narrativas que la versión de 1987 apenas pudo explorar.

Wright, director de obras como Shaun of the Dead y Baby Driver, posee la sensibilidad necesaria para actualizar el concepto sin traicionar su esencia. Su historial demuestra una comprensión profunda del lenguaje cinematográfico y un respeto por el material fuente que augura resultados prometedores.

La aprobación de Schwarzenegger hacia este proyecto revela una comprensión madura del proceso creativo. No se opone al remake por principio, sino que evalúa cada caso según sus méritos particulares.

El legado de una época irrepetible

«Esta fue la década en que se hicieron la mayoría de las mejores películas de acción: los 80 hasta los 90», afirma Schwarzenegger, y es difícil rebatir su argumento. Aquella época produjo obras que trascendieron sus géneros para convertirse en referentes culturales.

La diferencia fundamental radica en la aproximación al material. Los cineastas de entonces entendían que el espectáculo debía servir a la narrativa, no al revés. Directores como Verhoeven, James Cameron o John McTiernan construían sus secuencias de acción como extensiones orgánicas de sus historias.

Recuerdo vívidamente mis primeras experiencias en los foros de cinéfilos de finales de los 90, donde debatíamos apasionadamente sobre la maestría técnica de estas obras. El cine actual, obsesionado con la tecnología digital, ha perdido frecuentemente de vista esta premisa fundamental.

Las declaraciones de Schwarzenegger trascienden la simple nostalgia para convertirse en una defensa apasionada de la integridad artística. En una época en que Hollywood parece haber perdido la confianza en las ideas originales, sus palabras resuenan como un recordatorio de que no todo lo que puede ser rehecho debe serlo.

Su capacidad para distinguir entre remakes justificados e innecesarios revela una madurez artística que honra tanto su legado como actor como su comprensión del medio cinematográfico. Quizás sea hora de que la industria escuche a quienes ayudaron a construir su época más gloriosa.


Cinéfilo empedernido, coleccionista de vinilos de bandas sonoras y defensor de la sala de cine como templo cultural. Llevo más de una década escribiendo sobre cine clásico, directores de culto y el arte de la narrativa visual. Creo que no hay nada como un plano secuencia bien ejecutado y que el cine perdió algo cuando dejó de oler a celuloide.

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