• Paramount confirma oficialmente el regreso de Star Trek al cine tras una década de ausencia, con los directores de Dungeons & Dragons al timón de un reinicio completo.
• Esta decisión representa una apuesta arriesgada pero necesaria que libera a la franquicia de las ataduras narrativas que han lastrado proyectos anteriores.
• El verdadero desafío residirá en honrar la esencia filosófica de Roddenberry mientras se construye algo genuinamente cinematográfico y original.
Hay noticias que despiertan en el cinéfilo una mezcla de esperanza y cautela, especialmente cuando se trata de franquicias que han marcado la historia del séptimo arte. Star Trek, esa odisea espacial que Gene Roddenberry concibió como una ventana al futuro de la humanidad, regresa al cine tras una ausencia que se ha prolongado demasiado.
Diez años han transcurrido desde que las salas de cine acogieron la última aventura de la Enterprise, un silencio que contrasta dolorosamente con la vitalidad que la saga mantiene en el ámbito televisivo.
La elección de los nuevos timoneles
La decisión de confiar en Jonathan Goldstein y John Francis Daley no es casual. Su trabajo en Dungeons & Dragons: Honor Among Thieves demostró una comprensión madura del equilibrio entre espectáculo y narrativa, algo que el cine de ciencia ficción contemporáneo necesita desesperadamente.
Sin embargo, la verdadera noticia reside en la decisión de Paramount de romper amarras con todo lo anterior, creando lo que promete ser «una visión completamente nueva del universo Star Trek».
El largo camino hacia el renacimiento
Desde el estreno de Star Trek: Más allá en 2016, los estudios han navegado por aguas turbulentas. Los proyectos se sucedían como espejismos: una cuarta entrega con Chris Pine que nunca se materializó, un guión de Quentin Tarantino que despertó tanto expectación como controversia, y múltiples intentos de continuar la línea temporal Kelvin.
Esta sucesión de proyectos fallidos recuerda a los laberintos creativos que han sepultado otras grandes franquicias. Como espectador que ha presenciado el declive de sagas venerables por la indecisión ejecutiva, no puedo sino aplaudir la determinación de Paramount de trazar una ruta completamente nueva.
La paradoja del éxito televisivo
Mientras el cine permanecía en silencio, Star Trek ha florecido en televisión con una vitalidad que habría enorgullecido al propio Roddenberry. Discovery, Strange New Worlds, Picard y Lower Decks han demostrado que el universo creado hace más de medio siglo mantiene su capacidad de reinvención.
Esta proliferación televisiva plantea una cuestión fundamental: ¿qué puede aportar el cine que la televisión no esté ya ofreciendo?
La respuesta reside en la naturaleza misma del medio cinematográfico. El cine posee una capacidad de síntesis y monumentalidad que la televisión, por su estructura episódica, no puede alcanzar. Los grandes momentos de Star Trek en pantalla grande —desde la majestuosa secuencia de acoplamiento en Star Trek: La película hasta la confrontación emocional entre Kirk y Khan en La ira de Khan— demuestran que existe un lenguaje cinematográfico específico para esta franquicia.
El desafío de la originalidad
La promesa de una «visión completamente nueva» genera tanto expectación como inquietud. En una época donde los reboots abundan, la verdadera originalidad se ha convertido en un bien escaso.
Goldstein y Daley enfrentan el desafío de honrar el legado filosófico de Star Trek —su optimismo humanista, su fe en el progreso— mientras crean algo genuinamente fresco.
La experiencia nos enseña que los mejores reboots no son aquellos que simplemente cambian nombres y rostros, sino los que comprenden la esencia de lo que están reinventando. El Star Trek de Roddenberry nunca fue sobre naves espaciales, sino sobre la capacidad humana para superar limitaciones y construir un futuro mejor.
El peso de la tradición
Como alguien que ha seguido la evolución de Star Trek desde sus primeras emisiones, reconozco el valor de la continuidad, pero también la necesidad del cambio. Las mejores entregas cinematográficas han sabido equilibrar la fidelidad al espíritu original con la audacia narrativa.
La ira de Khan funciona porque respeta el pasado mientras construye algo nuevo; Primer contacto triunfa porque comprende que la nostalgia debe servir a la historia, no al revés.
La decisión de desconectar completamente esta nueva película de producciones anteriores puede parecer radical, pero responde a una lógica creativa sólida. Libres de las expectativas de continuidad, los directores pueden concentrarse en lo verdaderamente importante: contar una historia que justifique la existencia de esta nueva película.
El futuro de la ciencia ficción cinematográfica
El anuncio representa más que el simple regreso de una franquicia querida; simboliza la posibilidad de que el cine de ciencia ficción recupere su capacidad de asombro y reflexión.
En una época dominada por el espectáculo vacío y los efectos digitales sin alma, Star Trek tiene la oportunidad de recordarnos que la verdadera ciencia ficción siempre ha sido un espejo de nuestras aspiraciones más nobles.
La responsabilidad que recae sobre Goldstein y Daley trasciende el mero entretenimiento. Tienen en sus manos la posibilidad de devolver al cine una voz que hable de esperanza, de progreso, de la capacidad humana para superar diferencias y construir un futuro común.
Si logran capturar esa esencia, habrán justificado no solo esta nueva película, sino la década de espera que la ha precedido. El universo aguarda, y con él, todos aquellos que seguimos creyendo en el poder transformador del buen cine.

