• Dan Trachtenberg sitúa intencionadamente Predator: Badlands en el futuro más lejano de ambas franquicias para crear una historia única sin interferencias.
• El film ha logrado el mejor estreno doméstico de la saga Predator con 40 millones de dólares y un 95% de aprobación del público.
• Esta decisión temporal demuestra una madurez narrativa que otras franquicias deberían estudiar, evitando los típicos enredos cronológicos del género.
Hay algo profundamente inteligente en cómo los mejores directores del género fantástico comprenden que a veces la mejor manera de honrar una franquicia es darle espacio para respirar. Dan Trachtenberg, que ya nos sorprendió con Prey llevando a los Yautja al pasado más remoto, ahora da el salto contrario: nos planta en el futuro más lejano jamás explorado en el universo compartido de Alien y Predator.
Como alguien que ha visto a DC navegar entre múltiples líneas temporales y reboots, reconozco inmediatamente la brillantez de esta estrategia. Es lo que Grant Morrison hacía en los cómics cuando quería explorar territorios inexplorados: buscar los huecos en la continuidad donde tenía carta blanca para crear sin las ataduras del canon establecido.
Predator: Badlands no es solo otra secuela más en la interminable cadena de franquicias actuales. Es una declaración de intenciones sobre cómo expandir un universo sin pisotear lo que ya existe. Y los números, tanto de taquilla como de crítica, sugieren que Trachtenberg ha dado en el clavo una vez más.
Una decisión temporal brillante
La elección de Trachtenberg de situar Badlands en el punto más avanzado de la cronología compartida no es casual. Como él mismo explica, quería «hacer algo propio» sin interferir con otros proyectos en desarrollo como Alien: Romulus o Alien: Earth. Es una lección de humildad y estrategia que me recuerda a cómo James Gunn está abordando el nuevo DCU: respetando lo que funciona mientras se construye algo fresco.
Esta decisión temporal, que sitúa la acción incluso más allá de Alien: Resurrection, libera completamente al director de las restricciones narrativas. No tiene que explicar cómo encaja su historia con lo establecido, ni preocuparse por contradecir eventos futuros. Es territorio virgen, y eso se nota en la libertad creativa del resultado final.
Es el tipo de movimiento que DC ha aprendido a valorar tras años de Crisis múltiples y reboots. A veces, la mejor continuidad es la que no se nota.
Personajes en un mundo nuevo
El film sigue a dos protagonistas fascinantes: Dek, un Yautja, y Thia, una sintética creada por Weyland-Yutani. Esta elección de personajes ya nos dice mucho sobre las intenciones de Trachtenberg. No estamos ante humanos perdidos enfrentándose a una amenaza alienígena, sino ante una exploración más compleja de las relaciones entre las diferentes especies que pueblan este universo.
La inclusión de Weyland-Yutani como creadora de uno de los protagonistas principales conecta inteligentemente con la mitología establecida, pero desde una perspectiva completamente nueva. Es el tipo de continuidad orgánica que funciona sin necesidad de guiños forzados o referencias gratuitas.
Me recuerda a cómo los mejores escritores de DC manejan personajes como Cyborg o Martian Manhunter: respetando su esencia mientras exploran nuevas facetas de su identidad.
El éxito que respalda la visión
Los números hablan por sí solos: 40 millones de dólares en el estreno doméstico, 80 millones a nivel mundial, y un impresionante 95% de aprobación del público en Rotten Tomatoes. Estas cifras no solo representan el mejor estreno de la franquicia Predator, sino que validan una aproximación más madura y reflexiva al material.
El «Certified Fresh» de la crítica especializada confirma que estamos ante algo más que un simple espectáculo de acción. Trachtenberg ha conseguido ese equilibrio tan difícil entre satisfacer a los fans de toda la vida y atraer a nuevas audiencias, algo que ya demostró con Prey.
Es el tipo de éxito que demuestra que las audiencias están hambrientas de historias bien contadas, independientemente de su complejidad cronológica.
Lecciones para el futuro
La estrategia de Badlands debería ser estudiada por otros responsables de franquicias. En lugar de intentar conectar forzosamente cada nueva entrega con un universo cinematográfico más amplio, Trachtenberg ha optado por la libertad creativa. Es una aproximación que recuerda a los mejores arcos argumentales de los cómics, donde los autores más respetados suelen trabajar en los extremos de la continuidad.
Habiendo visto cómo DC ha luchado durante años con la interconexión forzada, valoro especialmente esta aproximación. No todo tiene que encajar perfectamente; a veces, la mejor historia es la que se cuenta sin mirar constantemente por encima del hombro.
El final abierto de la película sugiere que hay espacio para más historias en este futuro lejano, pero sin la presión de tener que encajar con otros proyectos. Es una posición envidiable que pocos directores consiguen en el panorama actual de franquicias interconectadas.
La decisión de Trachtenberg de explorar el futuro más lejano de estas franquicias no es solo inteligente desde el punto de vista narrativo, sino que demuestra una comprensión profunda de lo que realmente funciona en el cine de género. A veces, la mejor manera de honrar el pasado es construir un futuro completamente nuevo, sin miedo a alejarse de las fórmulas establecidas.
Predator: Badlands se perfila como un ejemplo perfecto de cómo revitalizar una franquicia veterana sin traicionar su esencia. Trachtenberg ha encontrado la fórmula para que lo familiar se sienta fresco, y eso es algo que trasciende géneros y franquicias. En un panorama saturado de secuelas y reboots, esta aproximación se siente casi revolucionaria en su simplicidad.

