Seis décadas, seis obras maestras: el secreto de Spielberg

Recorremos seis décadas de Spielberg, el director que fusiona éxito comercial y excelencia artística, con una obra emblemática por cada época y su impacto.

✍🏻 Por Tomas Velarde

noviembre 9, 2025

• Steven Spielberg ha demostrado su maestría cinematográfica a lo largo de seis décadas, desde los años 70 hasta la actualidad, con obras que han redefinido géneros enteros.

• La versatilidad del cineasta estadounidense se manifiesta en su capacidad para transitar del entretenimiento puro al drama histórico más profundo sin perder su sello autoral.

• Con múltiples nominaciones al Oscar y reconocimientos internacionales, Spielberg representa la síntesis perfecta entre el éxito comercial y la excelencia artística que tanto escasea en el cine contemporáneo.

Pocos cineastas en la historia del séptimo arte han logrado mantener su relevancia y excelencia creativa durante tanto tiempo como Steven Spielberg. Desde sus primeros pasos en los años setenta hasta sus más recientes trabajos, el director estadounidense ha demostrado una capacidad camaleónica para reinventarse sin traicionar jamás su esencia narrativa.

Su filmografía constituye un mapa perfecto de la evolución del cine moderno. Un testimonio de cómo un verdadero maestro puede adaptarse a los tiempos sin sacrificar la integridad artística.

La trayectoria de Spielberg plantea una pregunta fascinante: ¿cómo seleccionar una sola obra maestra de cada década cuando nos enfrentamos a un catálogo tan extraordinariamente rico? La respuesta no es sencilla, pues estamos ante un cineasta que ha sabido dominar géneros tan dispares como la ciencia ficción, la aventura, el drama histórico y hasta el musical.

Los años 70: El despertar de un genio

La década de los setenta marcó el nacimiento de una leyenda. Aunque «Tiburón» le otorgó el reconocimiento mundial y «Encuentros en la tercera fase» su primera nominación al Oscar, es precisamente esta última la que mejor representa la esencia spielbergiana de aquellos años formativos.

«Encuentros en la tercera fase» no es simplemente una película de ciencia ficción; es una meditación profunda sobre la comunicación, la obsesión y los vínculos familiares. La secuencia final en Devil’s Tower, con esa extraordinaria sinfonía de luces y sonidos, constituye uno de los momentos más sublimes del cine fantástico.

Spielberg logra aquí algo que pocos directores han conseguido: hacer tangible lo intangible, dar forma visual a la esperanza y al asombro. La puesta en escena revela ya la madurez de un cineasta que comprende el poder de la sugerencia.

Los planos de Roy Neary esculpiendo obsesivamente la montaña en puré de patatas poseen una intensidad dramática que trasciende lo anecdótico para adentrarse en territorio psicológico.

Los años 80: La aventura como arte

Si los setenta fueron la década del descubrimiento, los ochenta representaron la consolidación absoluta. «En busca del arca perdida» no solo inauguró una de las sagas más exitosas del cine de aventuras, sino que redefinió completamente el género.

La secuencia inicial en la selva peruana es una clase magistral de construcción dramática. Cada plano, cada movimiento de cámara, cada pausa en el montaje está calculado con precisión quirúrgica.

Spielberg demuestra aquí que el entretenimiento popular puede alcanzar cotas de sofisticación técnica y narrativa equiparables a las del más exigente cine de autor. Harrison Ford encarna a Indiana Jones con esa mezcla perfecta de vulnerabilidad y heroísmo que caracteriza a los mejores personajes spielbergianos.

No estamos ante un superhéroe invencible, sino ante un hombre con miedos, dudas y limitaciones que debe enfrentarse a fuerzas que le superan.

Los años 90: La década prodigiosa

Elegir la mejor película de Spielberg en los noventa resulta una tarea titánica. «Parque Jurásico» revolucionó los efectos especiales, «Salvar al soldado Ryan» redefinió el cine bélico, pero «La lista de Schindler» trasciende el mero entretenimiento para convertirse en documento histórico y testimonio moral.

La decisión de rodar en blanco y negro, salvo por esos detalles en color que funcionan como puñaladas emocionales, demuestra una madurez artística extraordinaria. La famosa secuencia de la niña del abrigo rojo posee una fuerza poética devastadora que recuerda a los mejores momentos del cine de Bergman o Tarkovski.

Liam Neeson ofrece una interpretación contenida y poderosa, alejada de cualquier sentimentalismo fácil. Spielberg comprende que ante el horror del Holocausto, la única respuesta posible es la sobriedad y el respeto absoluto hacia las víctimas.

Los años 2000: Ciencia ficción con conciencia

«Minority Report» representa la culminación del Spielberg más reflexivo y sombrío. Basada en un relato de Philip K. Dick, la película funciona como una inquietante reflexión sobre el libre albedrío, la vigilancia estatal y los peligros de la tecnología.

La dirección artística crea un futuro creíble y perturbador, donde la tecnología se ha integrado de forma orgánica en la vida cotidiana. Los anuncios publicitarios personalizados que persiguen a Tom Cruise por los pasillos comerciales anticipan con precisión escalofriante nuestra realidad actual.

La secuencia en la fábrica de coches, con esa coreografía mecánica perfectamente sincronizada, alcanza una belleza visual hipnótica que recuerda a los mejores momentos del cine de Kubrick. Spielberg demuestra aquí su capacidad para combinar espectáculo y reflexión sin que ninguno de los dos elementos se resienta.

Los años 2010: El peso de la historia

«Lincoln» supone el regreso de Spielberg al drama histórico con una madurez narrativa extraordinaria. Daniel Day-Lewis desaparece completamente en el personaje del presidente estadounidense, ofreciendo una interpretación de una humanidad conmovedora.

La película evita las trampas del biopic convencional para centrarse en un momento específico: la aprobación de la decimotercera enmienda. Esta decisión narrativa permite a Spielberg explorar los mecanismos del poder político con una precisión casi documental.

Los interiores, filmados con luz natural siempre que es posible, crean una atmósfera de intimidad que contrasta con la grandeza histórica de los acontecimientos narrados. Cada encuadre respira autenticidad y respeto hacia el periodo recreado.

Los años 2020: El musical como redención

«West Side Story» demuestra que Spielberg, a los setenta y cuatro años, conserva intacta su capacidad para sorprender y emocionar. Su aproximación al musical clásico resulta reverente pero nunca servil, actualizando la obra original sin traicionar su esencia.

Las secuencias de baile poseen una energía y una vitalidad extraordinarias. La cámara de Spielberg danza junto a los personajes, creando una simbiosis perfecta entre movimiento y música que recuerda a los mejores momentos de Vincente Minnelli o Stanley Donen.

La decisión de mantener los diálogos en español sin subtítulos cuando los personajes puertorriqueños hablan entre ellos demuestra una sensibilidad cultural que honra tanto a la obra original como a la comunidad representada.

La filmografía de Steven Spielberg constituye un tesoro cinematográfico de valor incalculable. Su capacidad para evolucionar sin perder jamás su identidad artística lo convierte en uno de los pocos cineastas contemporáneos dignos de ser mencionados junto a los grandes maestros del pasado.

Cada década ha aportado obras maestras que han enriquecido el patrimonio cultural de la humanidad. Spielberg ha demostrado que el éxito comercial y la excelencia artística no son conceptos antagónicos.

Su legado perdurará como testimonio de que el cine, en manos de un verdadero artista, puede alcanzar las más altas cotas de belleza, emoción y significado. En una época dominada por el espectáculo vacío y la inmediatez, la obra de Spielberg nos recuerda que el cine sigue siendo, ante todo, el arte de contar historias que importan.


Cinéfilo empedernido, coleccionista de vinilos de bandas sonoras y defensor de la sala de cine como templo cultural. Llevo más de una década escribiendo sobre cine clásico, directores de culto y el arte de la narrativa visual. Creo que no hay nada como un plano secuencia bien ejecutado y que el cine perdió algo cuando dejó de oler a celuloide.

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