• ScreenCrush ha publicado su selección de las diez mejores series de 2025, confirmando que la televisión sigue siendo el territorio donde las narrativas complejas encuentran el espacio que necesitan para desarrollarse plenamente.
• Entre los destacados aparecen títulos como Dope Thief, The Pitt, Dune: Prophecy y The Franchise, además de una oveja particularmente siniestra en The Creep Tapes que merece atención especial.
• Este tipo de listas me recuerdan por qué la serialización televisiva supera al cine en ciertos aspectos: permite explorar conceptos durante horas, construyendo mundos que en dos horas apenas podrían esbozarse.
Hay algo profundamente revelador en observar qué historias elegimos consumir colectivamente. Las listas de fin de año no son solo inventarios de entretenimiento; son mapas culturales que señalan hacia dónde miramos cuando buscamos entendernos.
Y 2025, según ScreenCrush, ha sido un año en el que la televisión ha vuelto a demostrar su capacidad única para sostener narrativas complejas. Me recuerda a esos momentos en Dune donde Paul Atreides ve múltiples futuros simultáneamente: la televisión actual nos ofrece esa misma multiplicidad de visiones, todas coexistiendo en nuestras pantallas.
El año de la abundancia narrativa
2025 ha sido, según esta valoración, un año de «riquezas embarazosas» para la televisión. Y esa frase merece una pausa.
Vivimos en una paradoja fascinante: nunca hemos tenido tanto contenido disponible, y sin embargo, nunca ha sido tan crucial la curaduría. Es el dilema de la elección infinita: ¿cómo decidimos qué merece nuestro tiempo cuando el tiempo es el único recurso verdaderamente finito?
La lista incluye The Pitt, un drama médico protagonizado por Noah Wyle que encuentra nuevos ángulos en un género que parecía agotado. También The Franchise, una sátira sobre la industria del cine de superhéroes que llega en un momento donde la realidad y la ficción mantienen una relación cada vez más compleja.
Dune: Prophecy aparece como ejemplo perfecto de cómo las precuelas de franquicias cinematográficas encuentran en el formato episódico el espacio que necesitan para explorar matices imposibles en dos horas. El universo de Herbert requiere tiempo para respirar, para construir sus capas políticas y filosóficas.
Y luego está The Creep Tapes, con su oveja malvada que ha capturado la imaginación colectiva. Es el tipo de detalle absurdo que te recuerda que la ficción televisiva actual se permite ser extraña, ser genuinamente sorprendente de formas que el cine mainstream a menudo no puede permitirse.
Cuando las series superan al cine

Hay algo que he estado pensando últimamente, especialmente al ver cómo evolucionan estas listas año tras año. La televisión ha ganado la batalla por la complejidad narrativa.
No es que el cine haya perdido su poder —Arrival sigue siendo una obra maestra contenida en 116 minutos perfectos— pero las series han descubierto algo que el cine no puede replicar: la intimidad que surge de pasar decenas de horas con los mismos personajes.
Dune: Prophecy es particularmente interesante desde esta perspectiva. Durante años, las precuelas fueron vistas con escepticismo, pero el formato televisivo les ha dado una segunda vida. Pueden tomarse su tiempo para explorar rincones del universo que una película solo podría mencionar de pasada.
Dope Thief, otra de las series destacadas, ejemplifica cómo el formato serializado permite desarrollar tramas de crimen con una profundidad que el cine noir clásico apenas podía sugerir.
La curaduría como acto de resistencia
ScreenCrush hace una observación que resuena profundamente: en una era de contenido infinito, elegir qué ver se convierte en un acto casi político. Es decidir qué voces merecen amplificación, qué ideas merecen nuestro tiempo mental.
Las categorías mencionadas no son aleatorias. Los dramas médicos como The Pitt en una era post-pandemia tienen un peso diferente. Las sátiras sobre la industria del entretenimiento como The Franchise adquieren una relevancia particular cuando los debates sobre el futuro del cine dominan las conversaciones culturales.
Dune: Prophecy habla de nuestro deseo de profundidad en un mundo que se siente cada vez más superficial. Queremos entender los sistemas, las genealogías, las estructuras de poder que sostienen los universos que amamos.
La lista también incluye sorpresas menos esperadas: series que han encontrado su audiencia sin el ruido promocional de las grandes producciones. Estas joyas rescatadas del ruido del streaming cumplen una función casi arqueológica.
El formato como mensaje
Las «10 mejores» son un género propio, con sus propias convenciones. Pero también son, en cierto modo, un acto de optimismo. Implican que vale la pena hacer balance, que el entretenimiento no es solo distracción sino también un espejo cultural.
ScreenCrush posiciona estas series como ideales para el periodo vacacional, para el espacio liminal entre el final de un año y el comienzo del siguiente. Es un momento apropiado para el binge-watching, pero también para la reflexión.
¿Qué dice de nosotros que The Franchise satirice la industria que nos entretiene? ¿Qué significa que Dune: Prophecy explore el pasado de un universo cuyo futuro ya conocemos? ¿Por qué una oveja malvada en The Creep Tapes captura nuestra imaginación?
La invitación final del artículo —validar tus elecciones o debatir en los comentarios— reconoce algo fundamental: estas listas no son decretos sino conversaciones. El valor no está solo en la selección sino en el diálogo que genera.
Más allá del entretenimiento
Cuando pausé Arrival para apuntar frases, no lo hacía porque la película fuera «buena» en un sentido convencional. Lo hacía porque estaba diciendo algo sobre el lenguaje, el tiempo y la elección que necesitaba procesar.
Las mejores series de 2025, según esta lista, funcionan de manera similar. The Pitt no es solo un drama médico competente; explora sistemas de salud bajo presión. Dune: Prophecy no es solo fan service; examina cómo se construyen las mitologías que sostienen imperios.
Dope Thief y las otras series mencionadas no son solo entretenimiento de calidad; son artefactos culturales que merecen atención porque están intentando decir algo sobre nuestro momento.
Y esa oveja malvada sigue rondando mi mente. Sin contexto completo, solo la promesa de algo genuinamente extraño. Es el tipo de detalle que te recuerda por qué seguimos buscando nuevas historias: por la posibilidad de encontrar algo que no sabíamos que necesitábamos ver.
Al final, las listas como esta de ScreenCrush son más que recomendaciones de consumo. Son mapas de nuestro paisaje cultural, señales de qué historias resuenan en este momento particular.
2025 parece haber sido un año donde la televisión recordó su superpoder: la capacidad de sostener narrativas complejas, de desarrollar ideas a lo largo del tiempo, de crear mundos en los que vale la pena habitar durante horas.
La pregunta no es si estas son objetivamente las mejores series del año —esa es una discusión interminable— sino qué nos dice su selección sobre qué buscamos cuando encendemos la pantalla.
Buscamos escapismo, sí, pero también buscamos espejos, ventanas a otros mundos y, ocasionalmente, ovejas malvadas que nos recuerden que la ficción todavía puede sorprendernos. Y eso, en 2025, parece ser más valioso que nunca.

